domingo, 26 de septiembre de 2010

¿Habemus Papam?!Hábeas Corpus!

Vivo en un país sin una ley de divorcio aplicable. Mi boda fue convenida por mis padres desde mi nacimiento. Las autoridades la bendijeron. Hubo varias ceremonias a lo largo de los años, de reafirmación y compromiso de los votos, a las que asistía con el irreflexivo alborozo que otorga el ser protagonista de las mismas. Hasta que, con el paso de los años, y a la par que fui cobrando conciencia de mi vida y tomando posesión de mis facultades mentales y volitivas, el ambiente se fue poco a poco enrareciendo. Al principio hubo sólo cariñosas admoniciones a recobrar la cordura y la inocencia, después vinieron las regañinas, desplantes y asambleas familiares con un único punto del día: hacerme entrar en razón. Más tarde las descalificaciones, humillaciones públicas y por último los castigos.


Por suerte, las leyes de mi patria, que presume de adalid de la libertad, me permiten dejar a mi marido y vivir fuera del ámbito de su influencia, pero sólo a cambio de permanecer en el más absoluto ostracismo y de guardar silencio. Pedir el divorcio es, en teoría, posible, pero el calvario al que se somete al solicitante es tal, que tiene que borrar el registro de sus pasos desde el nacimiento, uno a uno, y es el marido el que los otorga (o no) en tiempo y modo, y no hay tribunal que lo ampare, ni ley que lo contemple.


Evidentemente, en esta situación, no hay convenio regulador, la custodia la ostenta el marido, soy yo (sí yo) la que pasa la asignación al marido, mantiene a los hijos y tengo que ser la perfecta anfitriona, poner la comida, servir el té y recoger los platos, cuando al buen hombre se le ocurre pasarse por casa, porque tampoco hay régimen de visitas.


Si a esto se añade un pasado de malos tratos y abusos sexuales a menores, todo se vuelve endiabladamente inexplicable. Como podéis imaginar, vez de recibirle con unas pastas de té, me gustaría hacerlo con una orden de alejamiento, exigirle que me devuelva mis asignaciones y hacer que pague los retrasos y las indemnizaciones legalmente establecidas. Solo que es un hombre muy poderoso y no parece que haya ley que lo alcance.


No sé si me entienden, pero me casé con la Iglesia Católica y mi país es España.


Me bautizaron, hice la comunión, la confirmación y me casé bajo su manto. Ya sé lo que estáis pensando, que para entonces ya era mayorcito. Pero ¿acaso no puede uno cambiar de opinión? Y además, ¿no debería ser el casarse por la Iglesia una prueba lo bastante clara de padecer un trastorno mental transitorio por parte del contrayente, suficiente para la declaración de nulidad de dicho enlace?


Da lo mismo. Al no existir una ley que ampare la apostasía el solicitante ha de visitar uno por uno los registros desde su nacimiento hasta el tribunal de Rota (que ¿qué se me habrá perdido a mí allí?), en una penitente procesión por ventanillas y despachos parroquiales, para la que me imagino ataviado de Nazareno y con un cirio de medio metro, y en las que, junto con las demoras, recibiré admoniciones y amenazas de acabar por ese camino en el infierno (que existe o no, según, a temporadas, o a conveniencia).


Hay algo curioso que no quiero dejar pasar y es el hecho de que cuando uno empieza a desandar el pasado, una de las reacciones más comunes es achacar al solicitante sentimientos de revancha, ganas de levantar heridas, y remover el pasado, y que lo hace movido por el motor del resentimiento. No se puede enterrar al abuelo dignamente sin ser una persona poseída por el odio, ni iniciar las consultas para los trámites para borrarte del club, sin que te invistan con una medallita, pin o galón que ponga : "Mi pecho está henchido de rencor", y haya que presentarse con esa facha en las subsiguientes ventanillas.


Esta multinacional del alma te posee y se comporta, en esto, como una secta destructiva, o una compañía de telecomunicaciones, y resulta, de hecho, imposible borrarse (su dinero se llevan, claro)


Y como no hay una ley del divorcio, ni individual (ley para la Apostasía) ni colectiva (un estado laico sería una buena idea), están las cosas como están, que el Papa no sólo no pasa la asignación, sino que somos nosotros los que se la pasamos (Concordato), mientras aguantamos los insultos desde los minaretes de la Cope y así. Y en esta separación sin papeles, con delitos probados de pederastia y malos tratos ni siquiera hay un régimen de visitas, y viene cuando le da la gana porque todavía ostenta la custodia exclusiva, eterna y sagrada sobre nosotros. Nosotros que le pagamos los viajes y los vicios, y fregamos los platos cuando se va, prometiendo ser buenos.


No quiero que venga un señor a regañarnos.
¿Habemus Papam?!Hábeas corpus!


Solicito providencias tan justas como el establecimiento de medidas provisionales, asignación, régimen de visitas y pérdida de custodia.


Cuando por fin aterrice el Santo Padre, en vez de recibirlo su Majestad con la orquesta (a cargo del anfitrión), deberíamos hacerlo con el cobrador del frac, un portero de discoteca, o simplemente con el oficial del juzgado que le presente la orden de alejamiento, eso sí, después de probarle el dispositivo-pulsera tobillera antimaltrato para comprobar cómo combina con sus zapatos de Armani.


Que venga no me da la gana,
blanco y en sotana
(ha salido, no paloma, sino rana,
la fumata de San Pedro por la ventana).



¿De qué hablarán Su Santidad y Su Majestad? ¿De Sus Cosas? !Cuánto Misterio (glorioso)!!Cuánta Mayúscula!


!Cuántas preguntas sin responder! ¿Sería tan mala idea, deportar a Su Santidad, junto con el colegio cardenalicio y la conferencia episcopal, al estilo Sarkosy? ¿A dónde? ¿Por qué deportar gitanos rumanos y no arzobispos católicos, que, después de todo, han sido cómplices, encubridores y, a veces, ejecutores de delitos abominables? Y así todo. Pero otro día.


PD. Voy a abrir una consulta con la frase "no entiendo la vida sin..." Por ahora, ahí va la mía: No entiendo la vida sin analgésicos. Espero aportaciones.

4 comentarios:

  1. No entiendo la vida sin ........ qué complicado.... hay tantas formas de completarla!
    Hoy me quedo con "No entiendo la vida sin amor" Tan cursi como cierto... se ve que tengo un día rosa.

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  2. Un poquito de coherencia: La simple sospecha de pecado mortal -según sus cánones- debería ser suficiente para destituir al CEO de la Iglesia. Y si lo que está saliendo no es pecado que venga Dios y lo vea. Y que dejen de amenazarme con los fuegos eternos por tonterías que al de arriba no creo que le importen una mierda. Ellos sí que lo van a tener chungo el día que repartan las hostias del Juicio Final. Siempre que caiga en día par, claro, por que los impares el Infierno no existe.

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  3. Yo me apunto a la cursilada de Gatu23 . . . . . . No entiendo la vida sin AMOR . . . . . . amor a mi amor, amor a los días claros, amor al piano y su sonido, amor a pasear en bici por Paris, amor a tu gente y con tu gente, amor a los amigos (la sal de la vida), y . . . . . amor al chocolateeeee!!!!

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