martes, 24 de agosto de 2010

Ver las nubes pasar

 

Las sinapsis cerebrales circulan a una velocidad cercana a la de la luz, y por unos circuitos sumamente intrincados y es en ese momento donde dice la teoría de la relatividad donde se perturba el tiempo mismo, donde el punto A y B, por cercanos que estén, modifican sus coordenadas temporales. No te digo ya su percepción. El sueño es un estado de borrador, de tormenta que hay que pasar a limpio en la vigilia, donde estamos constreñidos por "la realidad ". Pensar que nuestro cerebro, en ciertas condiciones, puede llegar a ser una máquina del tiempo, es una hipótesis fantástica que rompe nuestro concepto de realidad a la vez que nos fascina por sus posibilidades.

Lo que me da rabia de "Origen" es que podría habérsele sacado un partido fantástico, explotando la capacidad de emocionar que tiene el tiempo en la conciencia. Pero, para eso, hay que haber leído "El siglo de las luces" de Carpentier, o "Los pasos perdidos", donde el tiempo se mastica.Y hacer una peli con las entrañas de "Blade Runner". Tenían a huevo el home run y han fallado miserablemente.

Eso de que la realidad supera a la ficción resulta una paradoja, una antítesis sólo en apariencia.
 
En primer lugar porque no sabemos qué cosa sea la realidad como objeto, (materia de la ciencia) porque hasta ahora sólo nos estamos aproximando a ella, y en segundo lugar porque lo que entendemos por “realidad” está preñado de apriorismos heredados que los hechos se encargan de desmentir (la tierra es plana, los dioses provocan la lluvia, la luna es de queso fresco, nuestra madre es la más buena y nuestro padre el más fuerte...), lo que quiere decir que, en parte, nosotros creamos la realidad, como agudamente apreció Kant (juicios sintéticos a priori), a partir de los datos que nos proporcionan los sentidos y sobre cómo estos datos son percibidos e interpretados “desde” una construcción mental previa.
 
En lenguaje actual diríamos que la capacidad para interpretar ciertos archivos depende en gran parte de que poseamos debidamente actualizados ciertos programas de software y de la calidad y capacidad del nuestro hardware. Se da la curiosa circunstancia de que lo que se llama parte dura, disco duro, de un equipo informático, sea en nuestro cuerpo correlativamente el órgano más blando (y sobrevalorado según Woody Allen).


Otro hecho que se suma a lo anterior es que nuestro sistema cerebral forma parte, también de la misma realidad, y hay una gran dificultad lógica en que el ojo que todo lo ve no pueda verse a sí mismo o que el filo del bisturí no pueda cortarse a sí mismo.

Fijaos en las fotografías de grupo. ¿Quién es el único que no sale? Evidentemente el que la hace (no vale aquello de el que se mueva).
 
Tampoco sabemos exactamente qué es conocer. Quizá sólo aquello que ocurre cuando el universo se mira a sí mismo. Reflexionar es un acto reflexivo ( una mirada desde el universo hacia el universo).


Según vamos descubriendo éste, nos damos cuenta de que lo que hasta ahora sabíamos de él, y que constituían nuestra “realidad”, el tiempo, las dimensiones, la gravedad, la luz etc…no pasaban de ser sino vagas suposiciones.
 
Hay una historia de Cortázar que se titula : “Pequeña historia tendente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver”, con su puntito de incertidumbre como hilván deshilachado que sale por debajo de las férreas costuras de la realidad.

Aparece el elemento desazón, angustia.

Como no nos gusta la incertidumbre, que nos falte un cromo en la colección, es el momento en que nuestra mente “crea” e ilumina las zonas de sombra con relleno como la estopa del cuerpo de un espantapájaros. Y ante datos nuevos, la volvemos a crear y recrear infinitamente como capa sobre otra capa (así como el mismo cerebro que está dividido en estratos evolutivos)

La realidad es multiforme y está en crisis permanente.


Toda realidad (la pre- la in- la super- la meta- la pura y dura) no es más que  una construcción. Puede parecer incluso que hay una realidad para la gente común y otra para los científicos, cuya terminología y conceptos apenas somos capaces de entrever. Incluso que hay realidad una para cada persona con lo cual parece que nos adentramos entre las nieblas y las ensoñaciones de los románticos.
 
 
Toda ciencia es ficción, porque interroga y quiebra nuestra arquitectura mental. Y, desde Julio Verne, toda ficción también puede acabar convirtiéndose en ciencia. Y en este círculo se mueven (al tiempo que la misma realidad) los que temen los cambios y los que los desean.

Cerrando la paradoja se podría decir que la realidad es una ficción, en tanto que construcción y que toda ficción, por fantasiosa o delirante que se presente, tiene vocación de realidad, aunque sea entre los estrechos márgenes del relato.
 
Internet no era ni la sombra de un sueño hace apenas 50 años y hoy es una pujante realidad, virtual, eso sí, que convive y compite, en algunos casos con la convencional, y no hace falta irse a Matrix. Mi hijo vive dentro de la Wii.
 
El YO, y su correlato astral o espiritual, el alma, no dejan de ser otra cosa que una imagen poderosa y dolorosa que viene a rematar una realidad que consideramos incompleta. Es un supuesto lógico hecho de espuma, paja, humo. "La interpretación de los sueños", es como una oui-ja, donde Freud intenta captar sueños como fantasmas, y pulsiones como identidades, como un entomólogo cazando mariposas.

Y así todo. La patria, las naciones o no naciones, las razas, las religiones y todas aquellas ficciones (como en el libro de Borges) en las que habitamos,  por las que los hombres mueren y matan son vagorosas.

Hasta la más férrea realidad resulta, al cabo evanescente, y nunca debe ser tomada tremendamente en serio, empezando por uno mismo.
 
Uno lee aguerridos y enconados argumentos a favor y en contra de cualquier tema como el que, tumbado, ve las nubes de verano pasar.

1 comentario:

  1. Lo curioso de la realidad es que la farsa es doble. Por un lado aquello que llamamos "real" se confunde a nivel físico con lo virtual, hasta el punto de que toda la materia y energía del Universo parece no ser nada más que oleaje en la superficie del mar. Cuando hay calma chicha no existe nada. Y eso teniendo en cuenta que el mar en sí tampoco existe.
    Por otro lado todo lo que percibimos como cierto no es más que una reconstrucción virtual que hace nuestro cerebro en base a cierta información extraída del entorno (poca) y un montón de datos almacenados sobre lo que es "normal", es decir, nuestra anterior experiencia del mundo físico (tan falsa como la nueva). La realidad percibida es sólo un modelo que funciona, pero no tiene por qué ser el único. De momento es el más sencillo, y eso nos vale.

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