lunes, 26 de octubre de 2009

Baños de multitudes

Necesito orinar a menudo, puede que por mis pecados, porque me voy haciendo mayor, o por la mala costumbre de ingerir líquidos que nos inculcan las autoridades sanitarias, junto con la de no fumar y no besar. Pero con el consejo de beber litro y medio de agua diario no nos extienden la receta de una sonda portátil, con lo que devengo en prisionero de mi váter, como el rey lo es de su trono, y no puedo realizar paseos más allá del punto de no retorno, después del cual no llegaré a tiempo para evacuar.

Tampoco los políticos a todos los niveles, municipales, autonómicos y nacionales, nos firman la partida de unos urinarios públicos, que quizá nunca hubo o fueron privatizados en un momento de descuido en la Santa Transición como hicieron con los tranvías, atentos entonces a más graves problemas. El caso es que a los orinantes nacionales nos dejan en manos del sector privado y hay que entrar en un bar o en una gasolinera y arriesgarse a la vergüenza de no ser cliente y a ser tratado como un asaltante al estilo Curro Jiménez.

A menudo me observo vigilando a través del escaparate del bar a que el camarero se de la vuelta para pasar, como si tal cosa, a los servicios, que siempre están al fondo a la derecha, o calculando el repostaje de siete euros con cincuenta cada vez, para poder pasar al baño regularmente en un largo viaje, o levantando la patita a hurtadillas junto a un árbol municipal o rústico, oteando el horizonte en busca de miradas furtivas. Claro que peor lo tiene mi esposa que ha de disponerse en el incómodo ademán de quedarse con el culo al aire. Se da entonces la insólita paradoja de que los urinarios privados que deberían ser públicos generan culos públicos que deberían ser privados. Vamos a patentarnos, mi esposa y yo, el ser los Bonnie & Clyde de las aguas menores, orinantes delicuescentes y clandestinos, okupas al asalto de los urinarios privatizados.

Cuando me da por viajar por Europa, resulta, que puedo, por unas monedas, aliviarme en la City londinense, en el centro de París, en un poblacho alemán, o gratuitamente en cualquier área de descanso de cualquier autopista. Pero según me acerco a la frontera, mi vejiga me empieza a enviar señales de alarma, cuando no de franca rebelión y deja de ser la amigable Dra. Jekyll y se convierte en la Sra. Hyde.

Se me hace que el mundo político nacional y cateto, tan amigo de los baños de multitudes, no atiende debidamente al menestral baño público tan útil al resto de los conciudadanos ya sea en forma de concesión o chanchullo a las empresas de los amiguetes de turno, ya sea de promoción pública, de modo que, de una vez por todas, podamos prescindir del orinal de bolsillo, los indasec, que no entran en el seguro, y del culo en pompa. Y, por favor, escuchen el clamor de nuestra uretra, y que sea pronto, antes de que reviente, que peor que las retenciones del trabajo pueden llegar a ser las retenciones de orina.

Atentamente.

PD. Piensen que pecunia non olet,el dinero no huele pero la orina sí duele.

3 comentarios:

  1. Me meo de la risa imaginándoos a los dos como Bonnie & Clide en una gasolinera. Yo a noche soñé que le robaba un furgón blindado al ejercito y me metía con él y unos amigos en el Congreso para dar un golpecillo de estado. Luego venían los de las automáticas y terminábamos todos en la cárcel, intentando hacerles ver que todo había sido un error (suyo, no nuestro). Si algún día lo pongo en práctica y me sale bien mi primera medida será aprobar un calendario de inauguración de Urinarios Nacionales.

    Ya pensaba que no volvías. Se te echaba de menos.

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  2. Muy bueno Rafa!! Me encanto =). Como dato te voy adelantando que no te metas nunca con la urgencia en un Starbuks porque los baños tienen clave. =)
    Un abrazo
    Seba

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  3. Jajaja!!!!! . . . . . . Muy bueno y muy cierto . . . y lo digo porque yo me reconozco en esa subespecie humana, la de los que observamos a los camareros del bar de turno para intentar intuir si a la pregunta fatídica de "podría pasar al servicio?" nos van a decir la decepcionante y angustiosa respuesta "no, es solo para clientes" . . . . o la feliz y tranquilizadora "pase usted" . . . . . . . la mejor estrategia es la llamada "gato de Srek", que consiste en poner la misma jeta que dicho gato para que el camarero de turno no solo nos deje pasar, sino que además nos indique las peculiaridades del servicio en cuestión (que si la puerta abre para fuera, que sino hay papel se lo digamos, etc . . .)
    Aún así te he de decir que gracias al animal que llevamos dentro, se llegan a desarrollar unas habilidades y capacidades de supervivencias que a veces nos sorprenden . . . . y yo he desarrollado una habilidad maravillosa para ubicar urinarios privados allá donde vaya . . . . y esto es así porque yo soy de los que al cabo del día bebo mucha agua, y yo diría aún más, bebo mucha agua . . con lo que es de vital importancia para mi buen vivir, lo de encontrar urinarios en los que aliviar los líquidos tomados.

    Apoyo a Kike en lo de aprobar un calendario de inauguración de Urinarios Nacionales, aunque con la crisis existente, lo de los urinarios va a seguir siendo como un lienzo vacio.

    Gracias por hacerme pasar un buen rato leyendolo.

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