miércoles, 14 de octubre de 2009

Sufro, luego existo. 3- El Arca y el diluvio.

En segundo lugar, el sufrimiento es la pedagogía a través de la cual se afirma el monopolio que la Iglesia tiene sobre la verdad. La Santa Madre Iglesia no sólo está en la Verdad, sino que ostenta su posesión exclusiva. Se lo ha dicho Dios. !Ah, bueno! A mí me pasa que cuando alguien me dice que Dios le habla me sale el escepticismo, como un sarpullido. Ya sé que me lo tengo que mirar. También me pasa que cuando veo una zarza ardiendo llamo a los bomberos, pero Moisés se pone en modo “sacar a los judíos de Egipto” y escribir los Diez Mandamientos. ¿Es que la zarza contenía mescalina?

Esto se puede resumir en la teoría del Arca. A saber, cae un gran Diluvio y todo quisque perece, hombres, animales y plantas. Sólo el que toma un pasaje para El Arca de Noé, cuyos planos no los llevaba R2D2 sino que se los sopló Yahvé mismo, puede salvarse. Posteriormente Eloim ofreció el Arca (arcón más bien) de la Alianza para la salvación de Israel, y ese Arca, hoy, es la misma Iglesia que ante el diluvio universal que se avecina es la única capaz de sacarnos del edificio en llamas. Y eso sin meternos ya en la traca final del apocalipsis que siempre está esperándonos a la vuelta de la esquina.

Toda la Historia Sagrada es la larga historia del yo tengo razón en exclusiva y tú no, en absoluto. Ergo tengo que extirpar tu criterio (por bienintencionado que éste sea), minar tu autonomía, salvarte de ti mismo, expropiarte el cuerpo, y, para acabar tengo que exorcizarte con los tormentos necesarios para desalojar al okupa que te habita. Hay que sublimar, químicamente hablando, el cuerpo, para hacer que éste pase del estado sólido al gaseoso sin etapas intermedias, es decir, hacer menguar el cuerpo y sus gozos para ensanchar el patrimonio inmobiliario del alma. Y eso se realiza mediante el ritual del dolor.

Ahondando en la teoría del Arca, podemos apreciar que lo único que confiere el don de la existencia al Arca, a La Iglesia, que la razón de su existencia no es la madera ni el diseño divinamente inspirado, sino que es el diluvio, el mal, el demonio, el pecado. Por ello es una obligación moral inexcusable de los que nos quieren salvar, abrirnos los ojos para que veamos a) la ciénega del mal en la que chapoteamos y b) que nuestra más íntima sustancia es pecaminosa (original). Desde este punto de vista, el demonio resulta ser la premisa principal e inexcusable de la existencia de Dios, contrariamente a lo que opinaba Voltaire cuya duda fundamental sobre Dios se centraba en la existencia del mal en el mundo (Cándido).

Lo sectario de esta idea se puede apreciar mejor si pensamos en su versión new age, como que vaya a venir un enorme platillo volante del planeta Utor para a salvarnos exclusivamente a unos cuantos que creamos ciegamente en una cierta serie de ideas arbitrarias (como la ascensión de la Virgen, o la transustanciación, o cualquier otra) y por supuesto en la integridad y la superioridad que raya lo sobrehumano de su cabecilla, al que ofrecemos culto hormonal y mediático. ¿No os suena nadie? ¿Qué os sugieren un montón de monjitas y mojigatos dando gritos, saltos y llorando a lágrima viva en la plaza de San Pedro, plaza, por otra parte con forma de platillo volante? A mí me sugiere la minoría de edad mental en que se pretende que vivamos permanentemente.

1 comentario:

  1. Me toca mucho las narices esto del pecado original. En general, las cosas que se heredan de padres a hijos no me gustan, igual me da dinero, títulos nobiliarios o pecados originales. Pero que encima sea tu Santa y Amorosa Madre Iglesia la que te condena por algo que hizo tu tataratataratatarabuela me perece que está especialmente feo.
    Venimos malos de serie, y luego nos tenemos que ganar el sello de calidad expiando pecados propios y ajenos. Vaya mierda de diseño.

    Lo del ovni de San Pedro me hace volver a darle vueltas a la idea de convertirme en lider religioso. A ver si me paso un día por la Iglesia de la Ciencionlogía y pido unos folletos. Con lo que se parece eso a una multinacional seguro que en unos años estoy en la cima. Y con lo que me gusta a mí la ciencia-ficción!

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