sábado, 10 de octubre de 2009

El Resplandor

Acaba de decir Javier Arenas en la tele que la única trama real en el caso Gürtel es la confabulación universal contra el Partido Popular.

Los postulantes de que el Estado debe menguar para que el individuo prospere (y el último es tonto), los partidarios de la moral que sustenta esa ideología, es decir, que nuestro destino es el resultado de nuestros merecimientos y que no debemos aferrarnos a excusas (¿cuántas veces se lo has oído decir a tu jefe cuando las cosas no salen?), con lo que un parado, por ejemplo, es el culpable de su propio estado, un fracasado desprende fracaso, o un judío genera su propio holocausto, ahora resulta que, cuando los pillan con las manos en la bolsa de las golosinas, se refugian en el victimismo paraniode de que sufren una confabulación, y apelan al argumento autocompasivo de que la policía, los fiscales, etc, son muy severos.

Es que los señoritos del cortijo no están acostumbrados a someterse a la ley, al régimen común de la moral, a estar en la tina de la sartén y no sosteniendo el mango, como suelen. Y este giro copernicano de su situación hace variar su postura sobre los asuntos mundanos e ideológicos de forma súbita. Lo que resulta sumamente cómico, sobre todo por su falta de costumbre a la hora de tener que dar explicaciones en vez de exigirlas. Claro, que no han tenido más que echar mano del fondo de armario de Camps donde ya tenían un repuesto en su colección de prêt à porter. Como decía Groucho: “Estos son mis principios, y si no os gustan, tengo más”. Es lo que de toda la vida se ha venido a llamar la ley del embudo, o para que lo entiendan sus asesores económicos, “the law of the funnel” .

Ese es el ejemplo, con hache y mayúscula, que quieren dar a los jóvenes del botellón, ese va a ser el primer tema en su versión para la Educación para la Ciudadanía. Para los demás mano dura, para ellos subterfugios, evasivas, pretextos, autocompasión y victimismo. En el asunto del botellón todos se comieron un bocadillo del "peso de la ley" con pimientos y en este no pasan de la tapita y del derecho a la presunción de inocencia. La doble moral ve como una imposición dictatorial e intolerable el que haya una sola, igual para todos.

Mientras tanto, la Freddy Kruger del PP, Esperanza Aguirre, se pasea por los pasillos de Génova con una motosierra ensangrentada (es que esta mujer me cae cada día mejor), y Rajoy, para que no le salpique, se ha refugiado en el baño y ha puesto el pestillo. Veremos cómo acaba “El Resplandor”.


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