jueves, 15 de octubre de 2009

Sufro, luego existo. 5 y última -Comedia y tragedia.

Por último, no es el latín sino el sufrimiento el lenguaje de la Santa Madre Iglesia. Sufrimiento que es un chantaje emocional a gran escala, un chantaje emocional de destrucción masiva, chantaje social, y un chantaje individual que se extiende globalmente por todas las rendijas de nuestra cultura, histórica y presente.
Y su mayor enemigo, más que la ciencia, la razón o la enciclopedia, era la risa, risa que un Felipe II, delirante en su lecho de muerte, llegó a prohibir. Recordad, por ejemplo, “El nombre de la rosa”. Don Carnal y Doña Comedia son los mayores enemigos del integrismo religioso, de la solemnidad, de la rimbombancia y la grandilocuencia. La sobrina de Rouco Varela prestó un servicio impagable a esta causa al posar como portada de Interviú, que porque nos lo han dicho, que si no, no le sacábamos el parecido y eso que estuvimos días enteros jugando a las siete diferencias con la foto de su tío, que no es que no parecieran de la misma familia, es que no parecían ni de la misma especie.
Bajo la sotana sólo encontramos ineptitud para vivir y amar. La rigidez de los planteamientos, la augusta seriedad de los rostros, la profundidad de la voz, la solemnidad de los ritos, la magna envergadura y elevada transcendencia que otorgan a sus pensamientos, y el desprecio que les merecen los ajenos, manifiestan su atenazada ineptitud para vivir. Amar es sencillo cuando se sabe y se vive, pero cuando su carácter estólido se lo impide, amar se convierte en una intricada urdimbre de silogismos metafísicos y farisaicos (como el de que el dolor es el “camino” al amor) que, al final, sólo ellos dicen cumplir. Las rumorosas y brillantes casullas son las corazas en su batalla contra la vida, porque están en guerra contra la vida, y las corazas no transpiran. Su propia vida languidece asfixiada en el interior de su torpeza. !Qué Tragedia!
Sufrir, para muchos, es en muchos casos, una forma defensiva e inútil de amoldarse, de que nos dejen en paz los dueños de la vida y la muerte, sin enfrentarnos a ellos y sin tener que dar demasiadas explicaciones. Es una suerte de camuflaje, como ir a un bautizo a regañadientes. ¿No ves que sufro? No me pidas entusiasmo. A veces sufrir es el disfraz de la fe, pero sin fe. Sin embargo el problema es que repetimos el esquema, que yace bajo la piel, es permanente y que uno no puede, así como así, quitarse la pena como quien se quita una gabardina mojada, y simplemente empezar a ser feliz.
El cristianismo resulta funerario y lúgubre como el Libro de los Muertos, apenas salió de las cavernas y ya estaba metido en la cueva de Platón, pasó por todas las catacumbas, y acabó en la cripta de San Pedro, más impresionante aún que sus alturas catedralizadas, gruta inversa, imponente condón de piedra, grito de piedra, fortaleza, muralla que lo aísla y defiende del mundo. El cristianismo es fotofóbico, eso sí con mucha vidriera de luz falsa y tamizada y un parnasillo de Capilla Sixtina que les pinto Miguel Ángel. ¿Qué se puede esperar de una religión cuyo cielo no es más que un cielo raso? Es agorafóbico, pues desprecia el ágora, y trágico, de tal manera que la historia alcanzará su catarsis en la hecatombe del último acto del Apocalipsis, del Juicio Final.
Pero en la vida, como en el porno, siempre ha habido por fortuna, dos géneros, a saber, la comedia y la tragedia. En la comedia se come, y en la tragedia se traga. En la tragicomedia, que es las más de las veces, se pueden ustedes hacer una idea.
La tragedia y la comedia se miden en grados Allen (por Woody). La tragedia está bajo cero grados Allen y la comedia sobre cero. Yo mismo, en vez de ponerme las tetas para mi cumpleaños, tengo implantado un comediómetro en el orto y ando vigilante de los niveles para que si me baja, aplicarme la terapia Groucho.
En la tragedia viven aquellos a los que no les queda más remedio, e intentan convencernos mediante arteras argucias de que les hagamos compañía (resentimiento nietzscheano). No están los que sienten el dolor de vivir, sino el de no vivir. La vida considerada como un mal trago se convierte en tragedia. Y la tragedia (sobre todo la trajedia de los trajes de Camps) es siempre sospechosa. La tragedia es la postura de los que no saben apreciar, disfrutar y degustar la vida, es una forma de incapacidad de amar, de disfrutar, de compartir, de servir de apoyo y de reír. Es una negación, una guerra contra la ubérrima fecundidad y amena diversidad de la vida. ¡Cómo olvidan que vivir no consiste en tener más o menos razón! ¡Vivir es equivocarse! Y equivocarse es tremendamente cómico.
Por favor, sean irreverentes ante los soberbios que no se merecen esa reverencia, y vivan y mueran alegres, incluso en sus desdichas; beban, coman, amen (sin amén) equivoquense, confúndanse y rían para que sea una comedia, o una bebedia, la que ilumine su rostro y a su mente afloren ideas que sean ligeras como burbujas o molinillos que se eleven ajenos a la ley de la gravedad (la gravedad de la tragedia).

2 comentarios:

  1. Recuerdo de niño el ambiente opresivo, deprimente, oscuro y frío que se vivía en ciertos barrios y ciertos momentos como la Semana Santa. Todavía sigo pensando que ningún niño debería vivir eso. No se por qué se les ocultan a los niños verdades como el sexo pero se les expone a muestras gratuitas de dolor y sufrimiento que rozan el sadismo y el masoquismo.
    Viva el Carnaval y viva Baco! Y eso lo dice un soriano que no soporta las fiestas...

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